J.A. Domènech
19/10/2022

Algunas esperas para la descarga alcanzan periodos de un mes.

Pasan los días y las semanas. Y se suman los meses. El conflicto de la estiba en el Port de Tarragona no parece ver un final. Desde inicios del verano las operaciones de descarga de barcos de agroalimentario sufren dilaciones que llegan prácticamente a un mes. Como consecuencia, la mayoría de operadores ha desviado a otros puertos la descarga de mercancía: Barcelona, Cartagena, Castellón y Sagunto, como principales receptores. Estas infraestructuras no disponen de las capacidades y servicios del Port de Tarragona, pero al operador le garantiza la descarga en plazo.

“Sigue la extrema lentitud y vemos que no acaba de solucionarse el conflicto”, apunta un portavoz de una de las multinacionales de agroalimentario que opera en el Port. Las consecuencias afectan especialmente a toda la cadena de producción: transportistas, fabricantes de piensos y la cadena alimentaria en granjas y explotaciones ganaderas. A esto se añade la posibilidad de rotura de stocks en harina de soja y maíz, por los altos costes de penuria que la huelga ocasiona y por los problemas de bienestar animal que puedan surgir.

Los operadores consultados por este medio apuntan que este conflicto, que algunos señalan como “huelga encubierta” por parte de los estibadores, es especialmente grave al sumarse la actual situación del mercado, muy volátil y con pocas operaciones, junto al conflicto provocado por la invasión rusa de Ucrania, y la escasa cosecha y, finalmente, las incógnitas sobre la viabilidad futura del corredor de cereales del Mar Negro. “De ser la referencia en el sur de Europa de este tipo de tráfico, con una plataforma y conectividad óptimas, el Port puede comprometer en un futuro los volúmenes de agroalimentario”, señala un directivo de una de las empresas destacadas del sector.