J.A.D.
29/10/2012
Hay que remontarse a 1920 para encontrar el origen de esta empresa. En aquel año Amadeo Martorell Rovira deja la industria en la que trabajaba para hacerlo por su cuenta, fundando entonces junto a otros socios la sociedad Femac. Durante décadas la empresa se especializó en la fabricación de motores marinos e industriales y hélices para embarcaciones, asi como la reparación y mantenimiento de los mismos. Los hijos de Amadeo, Josep Maria y Amadeo Martorell Martorell se incorporan a la empresa y prosiguen el negocio. Posteriormente, a principios de la década de los 80 del pasado siglo entran a trabajar en la compañía la tercera generación, sus actuales gerentes, los hermanos Josep Maria y Albert Martorell Torné. En 1998 cierra Femac y se funda la actual Tanamar.
Los motores que se fabricaban en los años 40 y 50 eran semi diesel destinados a la industria en general, mayoritariamente textil y naval. ‘Eran piezas totalmente artesanales; motores diesel que movían los telares y cubrían las restricciones de electricidad que había en la época’, explica Josep Maria Martorell. En la empresa ha quedado esta impronta artesanal, una labor que se ha sabido transmitir de generación en generación. ‘Nosotros empezamos como aprendices, desde abajo, cometiendo errores y aprendiendo con la práctica’, explican no sin cierto orgullo. ‘Reparamos, ponemos a punto o colocamos motores nuevos, y todo ello requiere de una gran especialización que se consigue con la práctica; y como la figura de aprendiz hoy no existe, tienes que empezar prácticamente de cero con los que vienen o bien fichar a profesionales que estén en otras empresas’, se lamenta Albert Martorell.
Y es que el trabajo de Tanamar tiene un alto grado de especialización ya que, además, han diversificado su actividad entre la náutica comercial, la deportiva y los trabajos para otras industrias. Un 45 % del trabajo se centra en la náutica comercial, mientras que el resto se lo reparten las otras especialidades. ¿Y la crisis? Como les sucede a otras muchas empresas del ámbito portuario, se nota menos. ‘En nuestro caso cuando bajan los pedidos de un sector, aumentan en el otro, y por ello no la percibimos tanto. Al contrario, nuestra carga de trabajo es constante porque además la mayoría de los trabajos que nos solicitan son urgentes; reparar un motor o arreglar una hélice, hace que el cliente nos exija plazos lo más cortos posibles, ya que su empresa o negocio puede depender de tener en marcha una embarcación, por ejemplo’, argumenta Albert.
Tanamar dispone de una nave industrial a los pies de la explanada del varadero, lo que permite gran fluidez en algunos trabajos que hay que realizar en el mismo Puerto. En esta nueva ubicación, que sustituye a la antigua de la calle Espinach, Tanamar tiene una nave de 500 metros cuadrados con taller y venta de repuestos. Instalaciones que permiten atender la cartera de clientes, próxima a 400, la mayoría de la zona. ’Lo más importante para nosotros es cumplir con los plazos y condiciones, porque sabemos que esto es vital para nuestros clientes’, explica Josep Maria. La sociedad cuenta con 6 empleados y la ayuda externa necesaria cuando el volumen de trabajo se dispara. Además dispone de la exclusiva en Tarragona de los motores Volvo Penta, así como de los fuera borda de la marca Tohatsu. Junto a la reparación o colocación de motores, reciben encargos de todo tipo en el ámbito mecánico industrial y naval.
Albert y Josep Maria reflexionan sobre el futuro. ‘Quizá debamos abrir más el mercado, porque vemos que el Puerto de Tarragona está cobrando cada vez más importancia, y nosotros debemos estar presentes también en esa evolución’.