Joan Antoni Domènech
11/10/2024

Saül Garreta, a la izquierda; y Santiago Castellà, a la derecha

Aunque todavía no se ha hecho público el día del relevo oficial, todo indica que a finales de este mes de octubre se producirá el cambio de presidencia en la Autoridad Portuaria de Tarragona (APT). Santiago Castellà será el nuevo presidente, que recoge el testigo de Saül Garreta. Un relevo que pocos entienden que haya tardado tanto en efectuarse, pero que se justifica en los ritmos propios de la maquinaria administrativa y, sobre todo, de las decisiones políticas que tienen que ver con otros muchos cargos todavía pendientes de designar tras la constitución del mandato de Salvador Illa al frente de la Generalitat. Un puzzle de no fácil encaje.

Hay que reconocerle a Saül Garreta un punto de atrevimiento y quizá ingenuidad en alguno de sus planteamientos en su etapa al frente del Port. Este arquitecto de profesión dijo desde el primer momento que era un ámbito de gestión absolutamente desconocido para él, y de una enorme complejidad. Confesión que muy pocos hacen al acceder a un cargo similar. Sin embargo, en menos de dos años de gestión, Garreta ha podido compaginar el crecimiento de la infraestructura con una cierta preocupación por la emergencia climática, un vector hasta entonces poco trabajado en el enclave, al menos no de la manera tan decisiva en programas y presupuesto. Un empeño ambicioso que ha llevado al Port a sumar nuevos frentes de actuación pivotando alrededor de la economía azul. Garreta ha conseguido que el eje de la descarbonización —con ella se mejora la competitividad, argumenta Garreta— sea inseparable de la dinámica económica. Esta nueva línea de actuación en el Port quedará en su haber.

Sin embargo, ha sido también el foco de algunas de las críticas que ha recibido: una apuesta excesiva al querer convertir el Port en la bandera de la descarbonización del territorio. En ese camino, durante el mandato de Garreta, el Port ha conseguido capitalizar, además, las actividades de la Vall de Hidrògen. El tiempo dirá si acertó. De su mano también se ha trabajado para revitalizar APPORTT, la asociación de promoción del Port, primera en su especialidad creada en el Estado y que durante años ha languidecido en espera de ser relanzada.

Más allá de los méritos en su gestión, me parece que hay que resaltar de Garreta su afabilidad, y su apertura de miras. Quizá no se hayan logrado plenamente los consensos necesarios —las direcciones políticas también cuentan en este tipo de políticas—, pero es cierto que el clima creado en el seno de la Autoridad Portuaria, por ejemplo, no ha sido desfavorable.

Bajo el mandato de Garreta, el Port ha podido concretar y avanzar en muchos proyectos estratégicos; una buena base para el tiempo de Castellà, que deberá reconducir el clima de relaciones con alguna administración local.

En la gestión, como le ocurre a la mayoría de los presidentes de los puertos, se impulsan básicamente proyectos heredados y otros que están planificándose, cimentando etapas. En el caso de Tarragona, algunos de ellos proyectados hace más de treinta años. Así, bajo el mandato de Garreta, el Port ha podido concretar y avanzar en muchos proyectos estratégicos: muelle Baleares, puerto seco de Guadalajara, plataforma logística en Monzón, área de La Boella (aunque de mayoría privada), Zona de Actividades Logísticas (ZAL), mejoras en el muelle de la Química, entre otros. Y este será el inmejorable horizonte que heredará Santiago Castellà. Al actual subdelegado del Gobierno, ciertamente, se le presenta un panorama francamente muy potente en aspectos claves de infraestructuras que han de traer mayor tráfico al Port. La plataforma del puerto seco de Guadalajara-Marchamalo será la pieza destacada en este inmediato horizonte. Su puesta en marcha ayudará directamente a aumentar los volúmenes de mercancías. Y la ZAL, el segundo gran proyecto entre los principales, encara su proceso final a la espera de ver cómo se concreta la ubicación de las primeras empresas.

Hay retos muy importantes, como la revitalización con un nuevo enfoque multipropósito del muelle de Andalucía, después de recuperar el pasado año la concesión: un fracaso, el de DP World, que puede ser una oportunidad. Un aspecto destacado ha sido el impulso de Port Ciutat que, con Garreta, ha cobrado una nueva dinámica al reforzar también su estructura de gestión. Y, también como apuntamos al mencionar los consensos, Castellà deberá reconducir el clima de relaciones con alguna administración local.

Castellà es, hoy por hoy, una incógnita: nadie sabe qué orientación tomará; es decir, cuál será su apuesta. El que fuera decano de la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Universidad Rovira i Virgili y actual subdelegado del Gobierno, cuenta con una larga experiencia a la que suma su muy relevante peso en el PSC. Más allá de los teóricos cambios o incorporación de personal que pueda decidir, los que parece que le conocen bien, señalan que puede ser un inmejorable enlace con Puertos del Estado, y que no se verán cambios excesivos en la orientación de la gestión y proyectos. Quizá sea esta la mejor apuesta: hay mucho de andado y en no pocos casos durante su mandato pueden verse varios proyectos de calado por fin en marcha. Lo que sí parece es que su conocida empatía y sus ideas de unir puentes y coser alianzas con la sociedad civil pueden ser una baza a su favor. En todo caso, creo, se vislumbra un cambio sin estridencias, quizá como pocas veces se haya visto en el Port.